miércoles, 4 de mayo de 2016

Civil War: La mejor sinfonía de Marvel.

Tengo una taza de Iron Man, una figura de Iron Man que menea la cabeza en mi mesa de estudio y hasta un cepillo de dientes, también de Iron Man. Así que está bastante claro de qué lado estaba este viernes pasado al entrar al cine a ver Civil War, casi temblando de emoción. No podía ser de otra forma, con todo el hype que nos han ido sirviendo desde mil sitios en internet y diferentes medios con solo haber visto el trailer: “La mejor película de Marvel”, “Dinámica y apabullante” o “Tremenda paliza a Iron Man”.




Por supuesto que cuando me senté a verla esperaba la obra maestra de La Casa de las Ideas, a juzgar por las críticas y por la cantidad de personajes y el evento tan enorme de los cómics que se quería plasmar en celuloide. No esperaba algo tan redondo: una mezcla de acción, política, amistades y enemistades y el dilema de lo que es correcto y lo que queda dentro de la ley que no siempre son conceptos que coinciden.
Con Civil War te ríes, te preocupas, entristeces y vuelves a reírte sin parar, con esa fórmula que parece haber encontrado Marvel para que nunca dejes de pasártelo bien y reír aún en medio de una batalla y una crisis mundial.

Uno de los fuertes de la película, que seguramente seguirá en las próximas Infinity War 1 y 2 con las que se espera que culmine la conocida como “Fase 3” del universo cinemático de Marvel, es la evolución de las relaciones entre personajes y su desarrollo cuando se les pone ante la obligación de elegir bando y de apoyar sus ideales o amistades. Y es que lo importante esta vez no son los enemigos imponentes (aunque siguen siendo interesantes) ni un gran conflicto a escala mundial que ponga en peligro inmediato a millones de personas, si no un conflicto mucho más profundo e importante: una batalla entre amigos, compañeros y seres queridos.


¿De dónde viene todo esto?
Para poner un poco en perspectiva la importancia del evento que es Civil War en Marvel, vamos a ver un poco por encima por qué ocurre en los cómics. Tranquilos que no hay spoilers, ya que las películas y los cómics son literalmente en universos diferentes. (O una bonita forma de decir “Así podemos improvisar lo que queramos en las pelis, vamos a cambiarlo todo! Además hay cosas que el copyright no nos deja hacer”) Además es una buena forma de entender ciertos guiños o decisiones del guion de esta película.

En los cómics, la presencia de superhéroes y supervillanos ya es conocida por todo el mundo, algunos han revelado su identidad secreta y otros prefieren mantenerse en el anonimato, de momento nadie ha puesto quejas ante eso. Todo cambia cuando un accidente provoca que un supervillano incinere a cientos de personas y gran parte de una ciudad. Saltan las alarmas y se reclaman responsabilidades, es entonces cuando se propone el Acta de Registro de Superhéroes. Se requiere que los superhéroes se registren, trabajen para el estado y revelen su identidad secreta.

Dos bandos surgen: Iron Man defendiendo la firma del Acta y el Capitán América en contra, defendiendo la libertad e independencia de los superhéroes. Este episodio de la historia de Marvel supuso muertes, peleas, relaciones destrozadas y nuevas formadas. Después de esto nada fue lo mismo y fue un punto de inflexión para que las historias se renovaran y se desarrollaran muchas más tramas.


En resumen
Así que con este respaldo os aseguro que la película, a pesar de las limitaciones de tener que condensar mucha información en unas 2 horas y media con los consiguientes fallos en algún desarrollo de personaje o hueco en el guion, cumple con creces. Pocas veces he deseado volver a entrar en la sala para ver una película por segunda vez y no perderme ni un solo fotograma. Amaréis a los personajes y creedme cuando os digo que verlos pelear duele un poquito.


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