Quiero quedarme a
vivir en ese instante, en el que David nos hacía participe de lo que fue el
clímax del concierto, asegurándonos que seguirá tocando aun si se muere. Por
unos instantes la sala REM se encontraba en llamas, propagándose el fuego desde
primeras filas hasta el Neptuno de esta misma. Todos pensamos en su momento que
no podrían irse sin tocar esa genialidad. Había más móviles en la sala grabando
la canción que gente haciendo eco de esta. Pero contemos la historia
desde el principio.
13/12/2015. La maravillosa orquesta del alcohol vuelve a
Murcia. Tras una hora de retraso, por fin ponía pie en el escenario aquel
chaval que nos hace temblar con su voz junto con Joselito Maravillas
(acordeón), Adán Ruíz (guitarra y mandolina), Alvar de Pablo (saxofón), El
Maravilloso Caleb (batería) y Wonder Juan Mariscal, (bajista). Este sexteto dio
comienzo a su concierto con una canción que compusieron en 2013, para los más
veteranos. No easy road junto con Masters of the world fue un
exordio para prepararnos a todos de lo que estaba por llegar.
Después de esto, dieron el pistoletazo de salida a la gira
con la que habían venido a deleitar. Lo que la mayoría estaban esperando. Nubes
negras fue la perfecta introducción a este espectáculo dado por los seis
burgueses, la gente empezó a pintar la noche de negro, a corear y sentir a
estos chiquillos, por lo que pronto todos compartíamos soledad con Miles
Davis. Una canción hecha para enganchar con una voz que te rasga el alma. Y
enseguida, ya estas sin quererlo pensando cuándo volverás a ver a esta
maravillosa banda.
Las dos siguientes canciones fueron un poco mejor para
aquellos que les gusta más disfrutar y que se les erice la piel, amanecederos
y disolutos, en ese mismo orden. Pero poco después de acabar con
disolutos, empezamos a escuchar una guitarra y un ‘’no tengo fuerzas’’, un
grito que dio al público la sensación de tener póker y gritar aun sin voz,
mientras quede una nota por tocar. Esta canción, amoxicilina, de su
anterior trabajo, fue una de las más sensacionalistas del concierto. De esas de
llevarte una melodía que se repite en el coche de vuelta a casa sin que lo
quieras.
Y a día de hoy nos seguimos preguntando quién nos va a
salvar en un suelo gris, momento para bailar y cantar al unísono todos los que nos
encontrábamos allí. A partir de aquí la gente se entregó mucho más que con las
otras canciones, o por lo menos, los que tenía delante.
La PRMVR es la excusa para adular a todo el grupo.
Sin parar. Bailando, cantando y dándoles las gracias por venir. Ya se nos había
pasado el cabreo por haber llegado tarde. Nos remontaron a 1932, la
canción que por desgracia yo no conocía y fue uno de los éxitos de la noche. No
tenía nada que perder, así que salté tanto como los demás, dejándonos llevar
con el latido del acordeón.
Y enérgicamente se escucharon unos acordes con la guitarra
eléctrica que dieron preludio a las flores del mal, con epílogo de unas
trompetas que nos sumergías en un entorno
de lobos.
Gasoline y el banyo, el banyo con gasolina, gasolina
y el público, dispuestos a bailar sin dirección, sin respirar porque esto no
vale de nada. Aquí dio comienzo el climax de la noche. ‘’oh oh oh oh, y ya no
queda nada’’. Muchos de nosotros pensamos
que habría valido la pena pagar la entrada por solo escuchar esta canción. Sin
más que añadir, vinieron los bises para que volvieran, claro, ellos sabían que
no podían dejarnos así. Tenían que volver, por cojones. Si no, íbamos nosotros
a por ellos.
Había gente que le pedía a gritos una canción. Otros otra,
pero ambos coincidimos en que estas no
podían faltar. Hay un fuego y nómadas.
La despedida había encontrado su acmé y nosotros nos encontrábamos con ganas de
más y comprando la entrada para su próximo concierto, volviéndonos locos. ¡GRACIAS!
http://www.lamaravillosaorquestadelalcohol.com/
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